la bolsa

sábado, 17 de marzo de 2012

Si invertimos como Warren Buffet, ¿nos haremos millonarios como él?

Si invertimos como Warren Buffet, ¿nos haremos millonarios como él?

La forma en que las personas deciden sus inversiones está impregnada del sello de su personalidad, que se manifiesta en los diferentes estilos de inversión que muestran los inversores.
El inversor de largo plazo, el especulador, el que busca seguridad ante todo, el amante del riesgo, todos ellos pueden justificar con argumentos racionales su comportamiento, pero en el fondo hay algo más que tiene que ver con su carácter que condiciona su estilo de inversión.

Warren Buffet es uno de los hombres más ricos del mundo y ha hecho su fortuna gracias a su exitosa carrera como inversor.
Cuentan que su forma de vida es bastante austera teniendo en cuenta su fortuna, y como ejemplo se cita el hecho de que siga viviendo en la misma casa que se compró cuando se casó hace más de 50 años en Omaha, Nebraska, una modesta y más bien inhóspita ciudad del medio oeste americano.
No parece casualidad que una persona de estas características haya hecho de la búsqueda de compañías "baratas" su estilo de inversión característico.

El estilo de inversión de Buffet está basado en la filosofía del "value investing" (detectar compañías infravaloradas respecto a su valor intrínseco) que aprendió de su mentor Benjamin Graham  (El inversor Inteligente, ed. Deusto), y se resume en una serie de reflexiones o consejos muchos de los cuales tienen que ver con la psicología o el comportamiento del inversor.
Algunos que me parecen especialmente significativos son los siguientes:

1.-Nunca invierta en un negocio que no pueda entender, como tecnologías complicadas.

2.-Si no puede ver caer un 50% su inversión sin pánico, no invierta en el mercado de valores.

3.-No intente predecir la dirección del mercado de valores, la economía, los tipos de interés o las elecciones.

4.-Compre compañías con buen historial de beneficios y posición dominante de mercado.

5.-Gran parte de éxito puede atribuirse a la inactividad.
La mayoría de los inversores no resiste la tentación de comprar y vender constantemente, pero la piedra angular debe ser el letargo, bordeando la pereza.

6.-Invierta siempre a largo plazo.

7.-Busque compañías con gran capacidad de generación de efectivo y que, una vez en marcha, no necesiten grandes reinversiones.

Se han escrito infinidad de libros sobre el estilo de inversión de Warren Buffet y hay incluso vehículos de inversión que se dedican a replicar su cartera de inversiones para atraer inversores con el señuelo de su éxito.
La filosofía de inversión de Warren Buffet, sin embargo, refleja una serie de principios que muy bien pueden asociarse a características de su personalidad y, en consecuencia, no son aplicables de forma general a todo inversor por muy exitosa que haya sido su estrategia.

El consejo de no invertir en negocios que no se conozcan como las nuevas tecnologías, por ejemplo, sería contraproducente para aquellos inversores a los que lo que les atrae es precisamente eso, lo nuevo.
Por no decir que de seguirse de forma generalizada acabaría de un plumazo con el progreso tecnológico en el mundo. Hay inversores como Buffet a los que les gusta invertir en negocios "aburridos" y predecibles como las compañías de seguros, y otros a los que les gusta Apple o Microsoft, y no creo que pueda decirse que uno sea mejor que otro.
Buffet necesita la mayor certidumbre posible y de ahí que huya de los nuevo y desconocido para él.
Otras personas, por el contrario, se sienten atraídas por la novedad y dirigen sus inversiones con ese criterio.

La idea de invertir a largo plazo la lleva Buffet al límite cuando afirma que "el mejor momento para vender es nunca".
Pero una cosa es enfocar la gestión de un patrimonio al largo plazo y otra diferente mantener los activos individuales de forma casi permanente como hace él. Muchas personas necesitan rotar sus inversiones periódicamente, simplemente porque les atraen otras nuevas o por la necesidad (psicológica) de realizar beneficios de vez en cuando.
Un caso extremo de esto sería el especulador del corto plazo que no aguanta más de unas horas la misma inversión. Casos límite al margen, no se puede afirmar que mantener una inversión para siempre sea mejor o peor que cambiarlas de vez en cuando.

Su preferencia por las compañías con alta generación de caja que no requieran grandes reinversiones en el futuro es un claro refleja de su austeridad personal, de su cuidado por no gastar más de lo necesario y acumular la mayor cantidad de dinero posible, no por avaricia sino por seguridad.
Tacañería lo llamarían algunos, aunque al final de su vida lo haya compensado donando el 80% de su patrimonio a la Fundación Bill Gates.

Su capacidad para detectar compañías baratas pero de calidad podría compararse a la capacidad de algunas personas para encontrar algún producto que merece la pena en el marasmo de las rebajas de unos grandes almacenes.
Otros lo intentan y no lo consiguen. Muchos ni se molestan, porque no les gusta comprar las cosas baratas que asocian con baja calidad y siempre optan por lo caro. La filosofía del "value investing" está en teoría al alcance de cualquiera.
Con los medios actuales un ordenador puede analizar en segundos los ratios de todas las compañías cotizadas del mundo y ofrecernos todos los datos necesarios para elegir compañías con cualquier criterio cuantitativo que queramos. La experiencia demuestra, sin embargo, que eso no es suficiente.
Hace falta algo más, esa capacidad intuitiva para, más allá del análisis de los datos, ser capaz de distinguir lo bueno entre lo barato.

Buffet desaconseja invertir en función del análisis de variables macro como la economía o los tipos de interés.
En este sentido hay una evidente contradicción entre su afirmación de que es inútil intentar predecir la evolución de esas variables y el hecho de que él trate de predecir los beneficios futuros de las empresas para calcular su valor intrínseco.
Simplemente él se centra en lo que se le da bien, lo micro frente a lo macro, pero hay otro tipo de personas cuya habilidad es la contraria y se manejan mejor en lo macro que en lo micro, gestores o inversores profesionales cuya habilidad es precisamente detectar las grandes tendencias de la economía y los mercados.

En definitiva, y siempre que nos movamos dentro de los límites de la racionalidad económica, no creo que pueda decirse que haya un método de inversión que sea mejor que otros.
Se trata más bien de dar con la filosofía que más se ajusta a nuestra personalidad y habilidad específica, y esto vale tanto para el inversor profesional como para el que acude a su asesor en busca de un consejo de inversión.
Mejor nos olvidamos de intentar hacernos millonarios imitando el estilo de Buffet y nos dedicamos a encontrar el nuestro propio. O le pedimos a nuestro asesor que sea capaz de ofrecernos una estrategia de inversión que conecte con nuestras características.