la bolsa

miércoles, 14 de marzo de 2012

¿En qué país invertiría 10.000 euros a siete años?

¿En qué país invertiría 10.000 euros a siete años?

Juan Tugores, catedrático de Economía, invitó a dar una charla a los alumnos del Máster de Diplomacia y Función Pública Internacional que organiza una fundación dependiente de la Universidad de Barcelona.

La edad media de la docena de participantes estaba entre veinticinco y treinta años.
Antes de empezar, les pedí que apuntaran en un papel en qué país invertirían en bolsa 10.000 euros, que no tocarían hasta pasados seis o siete años.
Al final de la clase abrí las papeletas. Seis respondieron Brasil, dos China, y el resto se repartieron entre India, Australia, Rusia, Argentina y -oh sorpresa- Namibia.
Yo les dije que apostaría por Europa, y en segundo lugar, por Estados Unidos.

¿Por qué? Porque nuestro continente tiene unos cimientos tan fuertes, unas instituciones democráticas y una manera de entender la libertad y la sociedad tan sólidas, que por mucho que se mueva el tronco del euro -aún joven- y caigan las hojas en medio del tsunami, las raíces son demasiado fuertes para derrumbarse.
Todo lo contrario. Precisamente, gracias a la situación actual, Europa y sus empresas saldrán mucho más sanas y fortalecidas que antes.

Es verdad que el mundo hace tiempo que ha girado su centro económico y político al Pacífico. Que el estrecho de Malaca es el símbolo de este cambio de paradigma y que Asia es el continente, ya no sólo del futuro, sino del presente.
Es cierto que Brasil está de moda en España, que la organización de los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol lo pondrán en el candelero mundial en los próximos años.

También podemos pensar que Australia -junto a Canadá, otro país envidiado, unen a su pedigrí democrático unos ingentes recursos naturales, que venden a China, India e Indonesia, por citar a las tres grandes potencias asiáticas.
Y que Rusia tiene el grifo de los recursos energéticos que abastecen a Europa del Este. Pero invertir en un país a largo plazo es mucho más que dejarse llevar por las modas pasajeras.
¿Cuál es el grado de transparencia de las empresas de estos países?
¿Su gobernabilidad interna?
¿Los recorridos históricos de sus balances y cuentas de resultados?
¿La relación con los accionistas?
¿Su grado de responsabilidad social?
¿Su capacidad de reinventarse?

Salvo en los casos excepcionales de Australia y Canadá, las empresas de los países “de moda” siguen estando a años luz de las europeas y de las estadounidenses, en muchos de estos aspectos.
Comparar la evolución de los índices bursátiles en el último año y en este trépido comienzo de 2012 tampoco sirve para confirmar nada. Si la bolsa es el reflejo de las expectativas de futuro,
las últimas 52 semanas confirman la confianza de los inversores en países tan distintos como Indonesia –¿quién se acuerda de su crisis de finales de los noventa?–, Estados Unidos –empujado de nuevo por el poder de sus empresas industriales y Apple,
que si formara parte del índice Dow Jones, ya hubiera batido su récord histórico–, Reino Unido y México.

En este periodo, incluso Europa en su conjunto resistió bien sin grandes cataclismos. Invertir en Europa vuelve a interesar desde comienzos de año, anticipando el comienzo del fin de las dudas del futuro de la unión.
El índice DAX alemán se ha revalorizado más que cualquier otro, si exceptuamos el Nikkei japonés.
Incluso, los inversores lo prefieren -aunque sea por poco- a Brasil, este país tan estimado por mis encuestados.
Entre los grandes países europeos, sólo España sigue deprimida; y ya sabemos las razones.

Y aunque la bolsa de Namibia haya subido casi un 10% en un año, si el inversor quiere apostar a largo, diversificar suena bien, pero a veces no es necesario ir demasiado lejos con el dinero.
¿Lo bueno? A menos de dos horas en avión.